Los abuelos Jun no podían quedarse de brazos cruzados mientras su único nieto crecía sin saber quiénes eran. Estaban desesperados por presentarse a su nieta política, pero primero necesitaban saber más sobre ella.
Esto amplió el alcance de las obligaciones de Wenzhe. No solo tenía que espiar al joven maestro Jun Muyang, también tenía que espiar a Chi Lian y Mei-Mei. Debía tomar fotos de las dos cada vez que pudiera, especialmente de Mei-Mei.
De alguna manera, esta tarea hacía a Wenzhe sentirse como un paparazzo, se estaba escabullendo y tomando fotos de una niña. Tenía un miedo terrible de que, si lo atrapaban, sería considerado un pervertido y golpeado.
En la ciudad A, en el hogar ancestral de Jun, la familia se reunió y sostuvo una reunión para planificar la mejor manera de acercarse a Chi Lian y Mei-Mei.
—Ofrezcámosle simplemente dinero —dijo el Presidente Jun, que era el padre de Jun Muyang—. Su familia no está a nuestra altura en estatus, así que podemos ofrecerle dinero y llevarnos a la niña.
La anciana usó su bastón para golpearlo suavemente en la espalda.
—¿Cómo pude dar a luz a un tonto como tú? Es tu culpa que Muyang no traiga a esa niña a casa. Te está evitando después de lo que le hiciste. En lugar de arrepentirte, estás tratando de alienarlo más de la familia. Si te atreves a ofrecerle dinero a esa chica tu padre y yo te desheredaremos —estaba furiosa con él.
La madre de Jun Muyang ordenó a una criada que trajera té para la anciana e incienso calmante. Si se alteraba demasiado, podría desencadenar fácilmente algún tipo de enfermedad.
—Cálmate —dijo ella mientras le frotaba la espalda a la anciana.
Sin embargo, no perdió la oportunidad de lanzar una mirada fulminante a su insensible esposo por sus palabras insensibles.
—¿En qué siglo vivimos para que estés hablando de estatus? La familia Jun no necesita casarse por estatus o riqueza. Ya tenemos ambas cosas. Lo que esta familia necesita son niños. Nuestra población está disminuyendo porque los hijos que tú y tu hermano han tenido se niegan a casarse y reproducirse —el abuelo Jun estaba temblando de ira cuando dijo esto.
Él solo tenía dos hijos y cinco nietos. Todos los nietos eran varones y todos eran reacios a casarse.
Jun Muyang incluso había declarado que no tenía planes de reproducirse porque el mundo ya estaba sobrepoblado y sus cuatro primos eran suficientes para perpetuar la línea de sangre de los Jun.
Ahora que él tenía una mujer y una niña, el abuelo Jun finalmente podía respirar.
—¿Cómo sabemos si la niña es realmente suya? —preguntó el padre de Jun Muyang, planteando la cuestión que habían pasado por alto.
—Mira su nariz. Sé cómo luce mi linaje —respondió con arrogancia el abuelo Jun.
—Padre, ¿podemos al menos esperar para tomar una decisión hasta que se haya hecho una prueba de ADN?
—Mis ojos son la única prueba de ADN que necesito. Reconozco mi sangre cuando la veo —insistió el abuelo Jun—. Pero por el bien de la tranquilidad de la familia, pídele a Wenzhe que obtenga una muestra del cabello de la niña y realice la prueba.
—Sí, padre —asintió con alegría el Presidente Jun. No creía que su hijo hubiera dormido con esa chica o que la niña fuera de su sangre. La semejanza en la apariencia no hacía automáticamente posible una relación.
Mientras hablaban de otras cosas, Wenzhe les envió un mensaje de texto y les dijo que Chi Lian y Mei-Mei estaban comiendo bocadillos en la casa de Jun Muyang.
—Te dije que la niña es suya. ¿Cuándo has visto a Muyang permitir que personas entren en su casa? Especialmente una niña —el tono arrogante del abuelo Jun se intensificó. Tenía esa misma mirada arrogante y complacida que Jun Muyang cuando se demostraba que tenía razón.
—Rápidamente dile a Wenzhe que haga la cosa de la videollamada. Veámoslo por nosotros mismos —instruyó la anciana a la madre de Jun Muyang.
Cuando la videollamada se conectó, Wenzhe, que se escondía en la cocina, giró el teléfono hacia Jun Muyang y Chi Lian, quienes estaban sentados uno frente al otro. Chi Lian estaba alimentando a Mei-Mei con galletas y fruta mientras hablaban.
Desafortunadamente, el teléfono estaba un poco lejos para escuchar la conversación.
La pareja anciana suspiró y mantuvo sus ojos en Mei-Mei.
—Tiene buen apetito —dijo feliz la anciana.
—Deberíamos almacenar bocadillos para cuando los conozcamos. Parece que les encantan —sugirió la madre de Jun Muyang.
El abuelo Jun miró al mayordomo, quien asintió para indicar que se había tomado nota.
—¿Por qué están sentados tan lejos el uno del otro? Ese chico no es bueno cerrando tratos —el abuelo Jun estaba decepcionado del actitud poco entusiasta de Muyang. Debería estar tomando el control.
La familia estaba observando y disfrutando ávidamente como si fuera una película.
Pronto, vieron a Mei-Mei llorar y extender sus brazos hacia Jun Muyang. Las mujeres podían sentir dolor en sus corazones al mirar. Ansiaban poder atravesar la pantalla y ir a consolar a la niña.
—Le llamó da-da, claramente lo escuché —la madre de Jun Muyang se levantó con alegría.
—¿De verdad? —la anciana le pidió aseguranzas a su nuera.
—Les dije que es nuestra —las manos del abuelo Jun temblaban de excitación.
—Wenzhe, dale a Mei-Mei algo más para comer —instruyó la Señora Jun.
Después de que Mei-Mei dejó de llorar, observaron cómo Chi Lian se movía al sofá donde Jun Muyang estaba sentado y le decía algo.
Él se corrió y ella se inclinó ligeramente sobre su cuerpo. En ese ángulo, parecía como si estuvieran a punto de besarse.
—Me gusta ella, es muy directa.
—Es una seductora —el Presidente Jun susurró y su esposa le lanzó una mirada fulminante de nuevo.
—¿Quieres más nietos o no? —ella preguntó.
—Estoy apoyando a Chi Lian. Espero que trabaje más duro —la anciana levantó su puño.
—¿Deberíamos enviarle algunos tónicos nutritivos? —preguntó el abuelo Jun.
—Es una buena idea. Sería mejor si tiene gemelos la próxima vez. Enviémosle tónicos muy fuertes —dijo.