—Sin paciencia —dijo ella, sacando su arma que llevaba en la espalda—, saben que estamos aquí y también llevan armas. Cuando entremos, no duden en derribar cualquier cosa que cruce su camino. Todos deben tener cuidado, asegurémonos de que todos volvamos a casa esta noche.
Dicho esto, descendió a la habitación subterránea, estaba brillantemente iluminada y olía a lejía y desinfectante, justo como un hospital.
Viejo tigre, topo y dos hombres de Muyang rápidamente se adelantaron liderando el camino como mercenarios entrenados. Sus hombres llevaban bates de acero mientras que los hombres de Muyang llevaban armas, ventajas de trabajar para el gobierno.
La primera sala que ingresaron estaba vacía; tenía algo de equipo médico pero nada más. La segunda sala estaba llena de suministros de limpieza.
—T4 —llamó impacientemente—. No podemos seguir pasando de sala en sala; simplemente les daría tiempo a estas personas para escapar.
