—Madre, ella ha vuelto.
Esas fueron las primeras palabras que la recibieron en casa. Las dijo su hermano menor Chi Zimo en el momento en que su primer pie pisó la puerta.
Ella sonrió agradecida, amando el dulce calor y las voces alegres que podía escuchar apuradas por darle la bienvenida a casa.
—Madre —se lanzó felizmente al abrazo de Mamá Chi cuando la vio—. He vuelto a casa.
—Chi-Chi, gracias a Dios que has vuelto a casa sana y salva. La nación entera habla del asesino en el pueblo de Xunwai; estaba tan preocupada porque fuiste a ese pueblo tan aterrador. Gracias a Dios que has vuelto —ella enfatizó de nuevo.
Ella recordó que Muyang estaba justo detrás de Chi Lian así que lo miró y sonrió.
—Muyang, bienvenido a casa también.
—Gracias suegra —respondió él.
—¿Qué te pasó? —Mamá Chi le preguntó preocupada mientras observaba su cara.