Ella salió del edificio con el corazón palpitante, al escuchar que Mu Qingzi tenía un niño en el asiento trasero del coche cuando llegó al pueblo le dio esperanza. ¿Podría ser su hijo?
—¿O podría ser su verdadero hijo? —le dijo T4.
—¿Tienes que arruinar mi buen humor? —respondió ella enojadamente. ¿Era mucho pedir que él le permitiera estar feliz y esperanzada durante unos minutos?
—Soy un sistema de mascota virtual, no defeco —replicó T4 descontento—. Solo te estoy advirtiendo para que no te ilusiones y luego la caída sea más dura que un asteroide.
Sus palabras fueron como si alguien hubiera echado un balde de agua fría sobre ella, obligándola a despertar. Necesitaba dejar de soñar despierta.