—Empieza —dijo ella fríamente mientras mantenía un fuerte agarre en su cabello.
—Te contaré todo, por favor suéltame. Estoy muy asustado en este momento —él suplicó.
—Hmph —ella se burló y soltó su cabello—. Tienes treinta minutos o te quemaré los pies y te sacaré un ojo —ella amenazó aterradoramente.
El doctor estaba asustado, esta mujer era incluso más aterradora de lo que él imaginaba. —Te diré la verdad pero tienes que prometer dejarme ir después.
Ella se mofó y preguntó:
—¿Aunque haga tal promesa, qué te hace pensar que la cumpliré?
Él estaba desconcertado, ¿y si ella lo mataba después de escuchar lo que decía? —Ocultaré una información importante, después de que me dejes ir, tus hombres pueden seguirme al aeropuerto, llamaré desde allí y te diré qué es.
Ella se rió por dentro:
—Así que esta comadreja intentaba salir de esto por la tangente.