En el sótano, encontró a un equipo de cuatro hombres esperándola. El médico secuestrado estaba atado a una silla con los brazos firmemente sujetos detrás de su espalda con una cuerda. Viejo tigre fruncía el ceño al médico que se debatía, cuyas palabras eran incoherentes porque tenía la boca amordazada.
—Jefa. —Los cuatro se levantaron e hicieron una reverencia inmediatamente al verla.
Ella sonrió y respondió, —Veo que han cumplido su tarea bastante satisfactoriamente. Espero que no hayan dejado rastros.
—Sí jefa, —Viejo tigre le aseguró—. Código eliminó todas las grabaciones de seguridad; nadie sabrá que estuvimos allí.
—Bien. —dijo ella y arrojó una pequeña botella con un gotero a Viejo tigre, quien la atrapó rápidamente—. Esto es un antídoto, una gota es suficiente para tu hermano mayor.