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Al lado, Chi Lian se preguntaba qué podría regalarle a su hija que valiera más que lo que Muyang le había dado. Ahora tenía diamantes, muñecas, zapatos, gemas y acciones. ¿Qué podía darle para superar sus regalos?
—Anfitriona, puedes darle una corona —sugirió T4.
—Una corona, como la que lleva la realeza en la cabeza.
—Sí anfitriona, hay una corona barata en mi planeta con un rubí rojo en medio. Los niños suelen llevarlas en sus cumpleaños y casualmente, mañana es el cumpleaños de tu hija.
—T4, ¿alguna vez te he dicho que te amo? —preguntó feliz. Era simplemente brillante, una corona para su princesa.
—No, creo que es la primera vez que aprecias lo que aporto anfitriona. En mi opinión, no estás utilizando mis capacidades al máximo —se quejó.
—En, te amo, mi zorro plateado y elocuente sistema de otro mundo, estoy tan feliz de tenerte como mi compañero y trabajaré más duro para utilizarte mejor —prometió—. Ahora dame la corona.
—En un minuto anfitriona —respondió T4.