—No —negó con la cabeza—. Lo que pides es mucho. No pretendamos que ambos no sabemos lo que quieres —dijo ella con arrogancia—. Quiero un trato justo, te doy un medicamento que salva vidas y tú me consigues mi permiso o licencia para tener mi pistola.
—Hmm —dijo el ministro pensativamente—, tener la pistola era ilegal pero lo que fuera que utilizó para sanar rápidamente esas heridas de puñalada importaba más. ¿Cuántas vidas de soldados se salvarían si tuvieran tal medicina mágica? Esto era un asunto de importancia nacional —Tendré que hacer algunas llamadas primero —dijo y caminó una corta distancia para hacer una llamada telefónica.
En un minuto, T4 le notificó que un permiso había sido enviado a su correo electrónico.
Volviendo hacia ella, el Ministro Su dijo:
—Está hecho. Por ahora se ha enviado un permiso temporal a tu correo electrónico. Alguien te entregará el permiso oficial sellado físicamente más tarde —extendió su mano con expectativa—. Ahora es tu turno.