—Detrás de ella, Muyang explotó con una maldición. —Ese Pequeño.
—Chi Lian se tocó el pecho y negó con la cabeza. La violencia en público solo serviría para arruinar la reputación de su querido. —Muyang, está bien, no necesitamos discutir con esa clase de gente, una bofetada de capacidad es todo lo que se necesita para cerrarles la boca.
—Casi te hiere. —Muyang no quería dejar pasar el asunto. Primero ese viejo borracho, ahora este tonto. Alguien tenía que aprender una lección para que los demás mantuvieran sus manos malignas lejos de ella. La ira de no poder hacer nada al respecto se había transformado en un dolor físico y emociones inestables. Incluso él no podía explicar la repentina afluencia de emociones intensas que emanaban de cada poro de su cuerpo con respecto a Chi Lian. ¿Era porque habían cruzado el límite de no retorno?
—El joven estaba ocupado grabándose a sí mismo, sin saber que acababa de sobrevivir por poco a una paliza despiadada.
