—Quiero pasar la noche aquí, quedarme dormida viendo las estrellas y escuchando esas melodías lentas —la vieja señora suspiró y cerró los ojos.
—Entonces, ¿qué tal si pasamos la noche aquí juntos_
—Ooouu —Chi Zimo hizo ese sonido estúpido y molesto que todos en casa odiaban. Siempre lo hacía cuando encontraba a una pareja siendo melosa. Era algo que solo los vándalos y los niños traviesos hacían. Chi Zimo no era un vándalo pero definitivamente era travieso.
—Con Mei-Mei, iba a completar la frase sugiriendo que pasáramos la noche aquí con nuestra bisnieta —el viejo maestro sacudió la cabeza en una decepción juguetona mientras miraba a Chi Zimo—. Vosotros los jóvenes de hoy en día, saltáis a conclusiones muy rápido.
—Vergüenza debería darte, ¿cómo puedes ser tan insensible con los mayores? —Papá Chi pellizcó y torció la oreja de Chi Zimo. Lo arrastró fuera de la tienda y lo reprendió ferozmente fuera del alcance del oído.