Ella estaba sentada en la habitación escasamente iluminada, su cuerpo temblando mientras un escalofrío recorría su columna. Cuánto tiempo había estado sentada allí, no podría decirlo con certeza. La habitación se sentía sofocante, sin embargo, la idea de salir era aún más aterradora. Cada vez que consideraba irse, la cara de Aiden aparecía vívidamente en su mente—sus ojos fríos, su voz llena de furia. Si él descubría la verdad, si se enteraba de todo lo que había hecho... él la destruiría. Y en el fondo, ella sabía que lo merecía.
¿Qué había hecho? El peso de sus acciones oprimía su pecho, asfixiándola con culpa. Nathan había tenido razón todo el tiempo. Él había visto a través de las manipulaciones de su padre mientras que Ella había estado ciega, atraída a una red de engaño. No tenía esperanza de redención, ninguna posibilidad de perdón. Si descubrían la verdad, no habría escapatoria.