En cuanto subieron al coche, Serena no pudo contener la risa que había estado reprimiendo durante toda la cena. Sus risitas se desbordaron, ligeras y contagiosas, llenando el pequeño espacio.
Aiden la miró, levantando las cejas con curiosidad fingida. —¿Qué tiene tanta gracia? Pensé que dijiste que estarías celosa cuando conocieras a mi ex. Pero aquí estás, riendo como si fuera la mejor noche de tu vida. No estás celosa en absoluto.
Serena asintió, su risa brotando de nuevo mientras intentaba responder. —¡Eso es porque no me diste ni la oportunidad de ponerme celosa! —logró decir, su tono juguetón. Luego, enderezándose, imitó la voz de alguien con sorprendente precisión, su expresión exageradamente dramática. —Pedí jugo de naranja para Aiden porque es su favorito!—Se detuvo para reír de nuevo antes de agregar—. Ahora, podría haber estado celosa si realmente hubieras bebido el jugo o dicho algo ridículo como, 'Oh, ya no me gusta el jugo de naranja.' Pero no… en cambio, tú...
