El color desapareció del rostro de Mateo, su mandíbula se tensó cuando el nombre resonó en su mente. —¿Gobernador Corrick? —repitió, su voz apenas audible, teñida de incredulidad—. ¿Mi padrino?
—Sí —o tu tío, si así prefieres llamarlo —respondió Serena calmadamente, su tono llevaba una frialdad medida incluso mientras Mateo se sorprendía una vez más. Ella sabía de esta conexión. Por un momento sospechó de lo que su tío le había dicho. Que ella y Aiden seguían juntos.
—¿Por qué lo quieres? —preguntó, intentando mantener su voz estable, aunque su pulso se aceleraba.