—No puedo creer que esté sentado aquí, cuidándolo —murmuró Aiden en voz baja, con la mirada fija en Sidney, quien dormía profundamente en la cama del hospital. Hace solo unas horas, había salvado la vida de Sidney y ahora, mientras la habitación se llenaba con el suave zumbido de la maquinaria, Aiden se debatía con la realidad de todo. ¿Qué le había pasado? ¡Había saltado delante del coche para sacar a este hombre! Debería haber estado animando al conductor en su lugar, quien intentó atropellarlo.
¿En qué estaba pensando Sidney? No era propio de él ser descuidado. Sidney siempre era meticuloso, siempre tenía un plan. Sin embargo, esta vez lo habían sorprendido desprevenido, solo, sin siquiera un solo guardia que lo protegiera. ¿Por qué? ¿Y realmente fue una coincidencia que en el momento que bajó la guardia, alguien intentó matarlo? ¿Podría estar relacionado con Serena?
Justo entonces, un golpe en la puerta sonó y una enfermera entró —Señor, estos son sus objetos personales.