Los días siguientes pasaron sin incidentes mientras Serena se sumergía en su trabajo, olvidando temporalmente su decisión en ciernes de investigar a Sidney. Su concentración en las tareas y reuniones dejó poco espacio para pensamientos personales, y la rutina se convirtió en una distracción bienvenida. Fue solo cuando levantó la vista de su escritorio una tarde, estirando su cansado cuello, que se dio cuenta de algo extraño: no había visto a Aiden en días. Él había salido del país por negocios y, aunque inicialmente no lo había pensado mucho, la verdad era que—lo extrañaba.