—Soy el comprador. ¿Te gustaría comprarlo de mí?
Serena se volvió para ver a una mujer acercándose, su sonrisa era educada pero inquietante. A pesar de la expresión agradable, algo sobre ella le advertía a Serena que debía mantenerse alerta. La sonrisa de la mujer era casi placentera, pero había una corriente subyacente en su expresión que ponía a Serena en tensión. Sus instintos parecían estar gritando que esta mujer había venido buscando pelea. Y no entendía por qué. Estaba segura de que nunca se habían encontrado en el pasado.
—Si estás dispuesta a venderlo, me gustaría comprarlo —respondió Serena con serenidad, negándose a dejar que la inquietud se mostrara en su rostro ya que no podía encontrar una razón para esta inquietud.