—¿Ya cenaste? —la voz de Aiden rompió el cómodo silencio mientras levantaba la cabeza desde el respaldo del puff en el que estaban recostados.
Serena levantó la cabeza de su hombro, dándole una mirada soñolienta y entrecerrada. —¿Ahora preguntas por mi apetito, hmm? ¿Después de haber satisfecho el tuyo? —preguntó con una sonrisa burlona.
Él se rió —un sonido profundo y retumbante que ella podía sentir resonar a través de su vientre debajo de ella. Sí, estaba sentada en su regazo, o más bien, reclinada cómodamente sobre su regazo. En represalia, apretó los muslos alrededor de su cintura, pellizcó su brazo y dejó caer de nuevo su rostro contra su hombro, fingiendo ofensa por su falta de cuidado hacia ella.
—Vamos, sabes cuánto tiempo he estado loco por ti, hmm? —murmuró él, con una sonrisa maliciosa expandiéndose en su rostro mientras le picaba la mejilla suavemente. Cómo no había sabido nunca que besar la mejilla de alguien pudiese ser tan satisfactorio.