—Bueno, tienes gnomos de limpieza que mantienen tu casa, pero no hay nadie que reponga la comida. Si tan solo aceptaras volver a casa, prepararía algo delicioso solo para ti... —Serena hizo una pausa a mitad de bocado, su tenedor suspendido en el aire mientras negaba con la cabeza, el recordatorio familiar de aquella mañana cuando Sidney había intentado atraerla con la misma táctica tentadora inundando sus pensamientos. Era casi gracioso cómo la comida se había convertido en el método preferido de ambos hombres en su vida, como si un plato de pasta bien cocida o un rico postre pudiera de alguna manera borrarlo todo.