—¡Hola, Rena! ¡Qué sorpresa! ¡Nos encontramos de nuevo! —Serena levantó la mirada de su libro, su humor se agriaba al instante en que reconoció la voz. Su mirada feroz se dirigió hacia el chico que se deslizaba en el asiento junto a ella como si fueran viejos amigos.
¿Qué sorpresa? Pensaba amargamente. Apenas lo había dejado parado afuera de la biblioteca, y ahora aquí estaba, justo a su lado otra vez.
—¿Qué haces aquí? —siseó ella entre dientes, tratando de no armar un escándalo. Sus ojos se desviaban alrededor de la tranquila biblioteca, donde la gente intentaba estudiar en paz.
Sidney sacudió la cabeza dramáticamente, con una expresión burlona. —¡Tsk tsk! Has olvidado tus modales otra vez, Rena. Se supone que debes decir, "Hola, Sidney". Vamos, inténtalo conmigo.