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—Estás de mal humor.
Serena giró la cabeza para lanzarle una mirada furiosa a Ella, quien había hecho el comentario, sus ojos se estrecharon incrédulos. —¿De mal humor yo? ¿Cómo puedes decir eso? ¿No viste a ese idiota frenar en el último segundo, prácticamente rogando por un accidente? Y luego, tuvo el descaro—la desfachatez—de bajarse de su auto, inflar el pecho e intentar echarme la culpa a mí de todo el lío!