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Luo Huian había sido la consentida de sus padres desde el mismo día en que llegó a su mundo. La mimaban, respetaban y trataban con cuidado —nunca sus padres alzaron la voz contra ella. Incluso su padre, conocido por su severidad, le decía 'Su Pequeña Princesa'.
La trataban como si fuera una muñeca de porcelana, como si fuera a romperse con el más mínimo toque. Así que discúlpenla si no estaba acostumbrada a que le gritaran y regañaran todo el tiempo.
Su predecesora quizás estaría dispuesta a bajar la cabeza y congraciarse con esta mujer que desempeñaba muy bien el papel de madre ausente. Sin embargo, ella no bajaría ni la cabeza ni su actitud.
Después de todo, su rostro era demasiado hermoso para ser bajado. La gente debería estar agradecida de que les permitiera contemplar tal obra maestra gratis.
—Tú
—No tengo ni un solo centavo en mis bolsillos —interrumpió Luo Huian a Luo Yeqing que estaba a punto de regañarla aún más—. Dado que estoy en bancarrota, creo que sería tonto de mi parte incluso quedarme en el hospital y adquirir una deuda en mi cabeza que no puedo pagar por el momento. Puede que sea la que recoge las migajas, pero también tengo algo llamado cerebro. ¿Sorpresa? ¿Estás contenta? —Luo Huian preguntó con una sonrisa burlona en los labios.
Aún no estaba segura de cómo funcionaban las cosas en este mundo, definitivamente sería estúpido de ella cargar con una deuda en sus hombros. Su padre, Luo Tingfeng, le había enseñado que había tres cosas que siempre debía evitar
1) Bellezas.
2) Alcohol.
3) Deuda.
Según su padre, estas cosas eran la causa del caos y Luo Huian estaba de acuerdo con él.
Luego se giró para mirar al enfermero mer que estaba en la sala con la boca abierta y arqueó una ceja. Dijo:
—¿A qué estás esperando? Ve y trae los documentos de alta. Si no los traes y tratas de obligarme a pagar por el servicio que no utilicé, te estoy diciendo que no podré sacar ni una sola moneda.
El enfermero mer echó un vistazo a Luo Yeqing cuya expresión era pálida. Estaba claro que no quería que esto sucediera, sin embargo, ¿qué se suponía que debía hacer? Luo Huian era adulta y si quería irse, él no podía detenerla.
Luo Huian siguió la mirada del enfermero mer y luego comentó con indiferencia:
—Eh, ¿por qué miras a la Señora Luo? ¿No oíste? Ya no soy miembro de la Familia Luo. ¿Eso no significa que ahora puedo tomar todas las decisiones por mí misma? Ahora soy la dictadora de mi propia vida.
—¿Al mirarla así no estás desobedeciendo sus órdenes? —Luo Huian le dijo al enfermero mer quien tembló. Inmediatamente bajó la cabeza y luego dijo:
—Por favor, espere dos minutos, volveré con los documentos de alta —Luego salió de la sala como si alguien lo persiguiera.
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Luo Yeqing nunca en su vida esperó que un día Luo Huian la llamara —señora Luo en vez de madre o mamá—. Sus ojos se abrieron como platos al ver a su hija que ahora le parecía una extraña.
Ya no estaba tan melancólica como solía estar y ahora había un aire de confianza alrededor de Luo Huian que le faltaba frente a su hermana.
Qin Qiu, que estaba junto a Luo Yeqing, vio la insatisfacción en el rostro de su esposa y decidió aprovecharla. Si podía aumentar aún más el descontento de Luo Yeqing hacia Luo Huian, entonces no tendría que preocuparse de que la Familia Luo cayera en manos de alguien que no fuera su hija.
¡Todo sería propiedad de Luo Qingling!
Curvó sus labios en una sonrisa de preocupación y luego dijo a Luo Huian —sé que estás enojada con tu madre, Huian. Pero esta no es la forma en que debes reaccionar, al fin y al cabo hiciste algo malo. Si pataleas así, solo enfadarás a tu madre.
Lo hizo sonar como si Luo Huian estuviera armando un berrinche delante de ellos después de que sus tarjetas de crédito fueran bloqueadas y fuera expulsada de la Familia Luo como castigo.
Como era de esperarse cuando Qin Qiu dijo esas palabras la expresión de Luo Yeqing pasó de compasiva a molesta.
—¿Parece que estoy enfadada? —Luo Huian cuestionó al mer que acababa de hablar, sabía que este mer era el concubino de Luo Yeqing y el orgulloso padre de Luo Qingling.
Qin Qiu se quedó rígido al mirar a Luo Huian quien parecía bastante calmada. Miró a su esposa antes de volverse a Luo Huian y remarcó —Huian, solo estoy tratando de darte una sugerencia como tu mayor... no hay necesidad de que te pongas tan susceptible conmigo.
—¿Qué mayor? ¿El mayor de quién? Vaya, vaya, amigo. Con esa cara fea tuya, ¿no te da vergüenza llamarte mi mayor? Mira mi rostro encantador y luego mírate en el espejo —Luo Huian arqueó una ceja y alzó la barbilla—. Ni siquiera te conozco, ¿por qué tienes tanto afán de formar lazos conmigo? —ya que realmente no tenía recuerdos de esta familia, era mejor aclararlo desde el principio.
—¡Luo Huian! —Luo Yeqing gritó a Luo Huian creyendo que la última estaba siendo irrespetuosa con su segundo esposo—. Esto no era nada nuevo, ya que había visto a Luo Huian enfadarse con Qin Qiu todo el tiempo cuando estaba en casa.
—¡No te atrevas a gritarle a mi hija! —Ye Shun gritó de vuelta a Luo Yeqing mientras se ponía delante de Luo Huian.
Cuando Luo Yeqing oyó sus palabras, gruñó y preguntó —¿Estás diciendo que ella no es mi hija y solo tuya?.
—¡Para que ella te llame madre, deberías haber hecho algo por ella! ¡No te vi asumiendo el papel de madre para mi hija! —Ye Shun le espetó a su esposa furiosamente—. Aparte de reprender a mi hija y gritarle, ¿qué has hecho por ella?.
Qin Qiu estaba realmente feliz cuando vio a los dos pelear, pero exteriormente fingió estar preocupado y le dijo a Luo Yeqing educadamente —no hay necesidad de que discutas con el Hermano Shun y Huian. Ella acaba de despertar... Estoy bien—. Mientras hablaba dejó caer dos lágrimas causando que todos se quedaran sin palabras. Incluso su hija sabía que su padre solo estaba fingiendo.