En el exterior de la habitación, todo estaba silencioso e inmóvil. Tuss se reclinó en su silla, con la cabeza inclinada hacia arriba, sus ojos vacíos, la escena reciente repitiéndose una y otra vez en su mente: la explosión del cañón de energía nivel 10 y Yuri, cubierta de sangre.
La energía era tan intensa que incluso los insectoides de nivel 8 no pudieron resistirla. Solo podía imaginar su poder devastador.
Y el dolor que ella debió haber sentido.
Pero no había nada que pudiera hacer.
Tuss, el orgullo de la Alianza, por primera vez en veinte años, se despreciaba a sí mismo.
—Tuss, necesitas reponerte —dijo Oficial Lyao, que estaba de pie junto a él—. Rompió repentinamente el silencio.
Sobresaltado saliendo de sus pensamientos, Tuss preguntó —¿Señor, por qué le dio a Yuri un cañón de energía nivel 10 mientras que a mí solo me dio un nivel 7?
Esta pregunta había estado molestando a Tuss durante días.
—Porque ella es más fuerte que tú —respondió el Oficial Lyao sin rodeos.