Tras la batalla, el Planeta 165 era un montón de escombros con rascacielos reducidos a desechos. Pero afortunadamente, las bajas fueron mínimas, lo que hacía la reconstrucción un poco menos desalentadora. A pesar de las ofertas de ayuda de Yuri y sus amigos, los residentes del planeta insistieron en que tenían suficientes manos en cubierta. Argumentaron que el equipo de Yuri ya había luchado lo suficiente contra los insectoides y merecían descansar.
Yuri aceptó su insistencia con naturalidad. Viendo que el planeta tenía suficiente mano de obra y máquinas para el trabajo, siguió con su rutina habitual. Las clases diarias, los ejercicios de poder psíquico y las comprobaciones ocasionales en el frente a través de la red interstellar la mantenían ocupada.
Tres días pasaron de esta manera. Un día, mientras Yuri estaba en medio de una clase, el repentino golpeteo en la puerta de su lev la sobresaltó. Bajó la ventana para encontrar a un Ender visiblemente ansioso.
