—Daleks preguntó a los otros dos:
—¿Quieren escribirle una carta a Tuz?
—Claro, escribamos. Considéralo una forma de matar el tiempo —respondió Ender.
—Entonces yo escribiré más. También le escribiré una a Yuri para que no se sienta envidiosa de que Tuz tenga tantos amigos. Escuché de la gente de fabricación de mechas que Yuri se mantiene sola y apenas tiene amigos. Qué pena —Daleks sacó un bolígrafo y papel.
Tras pensar un poco, Kilana sugirió:
—Escribamos dos entonces, una para cada uno. Sin embargo, no estamos cerca de Yuri, ¿qué le escribimos?
Daleks y Ender guardaron silencio.
—Bueno, ¿qué me van a decir a mí?
Una voz clara y melodiosa resonó desde arriba, rebotando en las paredes de la cueva. Fue inesperado, haciéndolo parecer algo escalofriante.
Daleks, sobresaltado, abrazó a Kilana:
—¿Quién está hablando?
Buscando alrededor, Kilana preguntó:
—¿No les suena familiar esa voz?
—Suena como Yuri —contestó Ender.
Apretando los dientes, Daleks dijo: