—¿Eres tú? —Ender y los Daleks exclamaron al unísono.
Se habían convencido de que Yuri era solo una mujer ordinaria con una discapacidad, pero ahora todo parecía encajar.
—No es de extrañar —murmuró Ender—. Tuz era tan apegado a ti. ¿Cómo podría tener ojos para cualquier otra beta?
Tragando nerviosamente, Daleks exclamó:
—¿Realmente puedes salvar a Tuz?
Yuri permaneció en silencio, pues no podía prometer nada antes de ver a Tuss en persona.
—Déjame llevarte con el Oficial Lyao —ofreció Ender, quitándose el abrigo y colocándolo sobre Yuri—. Quédate oculta.
—Sí, sí, asegúrate de estar oculta —agregó Daleks, colocando su propio sombrero en la cabeza de Yuri—. No podemos dejar que nadie sepa quién eres.
El destino de Tuz sirvió como advertencia. No podían exponer a Yuri al mismo riesgo.
Con el abrigo cerrado hasta arriba y el sombrero grande bien puesto, Yuri quedó completamente oculta, sus ojos escondidos bajo el ala del sombrero.