En la habitación tranquila, solo la suave respiración llenaba el aire.
Yuri se acurrucó contra el pecho de Tuss, su oído pegado a su torso firme, sintonizando con el ritmo constante y poderoso de su corazón.
Ninguno de los dos habló, simplemente permaneciendo en sus posiciones: ella acostada plana, él medio acostado a su lado, arrullándola parcialmente en sus brazos.
Justo cuando ella asumió que él se había quedado dormido, su voz rompió el silencio. —¿Yuri?
Yuri no respondió.
—Yuri —repitió, procediendo sin esperar su respuesta—. ¿Por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué fuiste tan amable conmigo?
—Porque tenías un planeta del mineral —confesó Yuri honestamente.
—Lo suponía. Después de adquirir Enova, tuve una corazonada —dijo Tuss, sin mostrar signos de decepción—. Y ahora, como el planeta del mineral no es de mucha utilidad para ti, ¿considerarías dejarme?