Día Treinta y Cinco...
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El Anciano Xu simplemente soltó una risa ronca. —No te enfades. Escúchame primero, mi querido hijo. Este padre tuyo no haría nada que te perjudicara —intentó el Anciano Xu apaciguar a su hijo enojado.
—Explica —La profunda voz fría de Nathan resonó en el interior del estudio.
—Me estoy muriendo y quiero verte casarte. Solo así, moriré en paz —El Anciano Xu intentó usar este cliché para persuadir a Nathan de cooperar.
—No me trago esa mentira. Eres un cuadro de salud. Después de tu chequeo general el mes pasado, el Doctor Zhou dijo que estás más sano que un roble .
—¡Cof! ¡Cof! —El Anciano Xu se atragantó. Había olvidado eso. Estaba más saludable que otros. Y su médico de familia, el Doctor Zhou, incluso le dijo que podría vivir hasta los Cien Años si continuaba manteniendo su dieta sana y ejercicios.
—Lo sé. Estoy solo probándote. Ni siquiera me mostraste un poco de preocupación —dijo el Anciano Xu, poniendo una cara lastimera.
