Día veintiocho...
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—¡Eres un tonto! ¡Ella no está muerta todavía! —Abigail no pudo evitar llamar a Nathan tonto. ¿Cómo podía pensar él que ella estaba muerta? Se suponía que era ella quien debía pensar de esa manera. Nathan era el que había desaparecido como un fantasma.
Mientras tanto, Nathan se sintió más molesto cuando leyó el último mensaje de Abigail. Su expresión se volvió sombría, apretando los puños. Tuvo el impulso de golpear la pantalla de su portátil.
—¿Quién era esta Cliste? ¿Cómo se atrevía a usar Shining_Star? Solo estaba provocando las emociones de Nathan, recordándole a Monica.
—Esta persona solo se burla de mí mientras dice tonterías —murmuró Nathan entre dientes apretados.
Nathan cerró los ojos de golpe y respiró hondo para calmarse. No sabía si Cliste era amiga o enemiga. A pesar de que estaba furioso con ella, no podía negar el hecho de que la persona que lo ayudó a localizar la dirección exacta del Sanatorio de la Mafia del Dragón Rojo.