Día quince...
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Abigail simplemente se quedó paralizada en su lugar. Estaba reluctante a volverse y dirigirse hacia Nathan. ¿Por qué la llamaba? ¿Había notado la similitud de sus heridas?
Nathan entrecerró los ojos hacia Abigail cuando ella permaneció inmóvil. Su mirada se posó en su brazo derecho.
—¿Por qué...? —El ceño de Nathan se frunció más—. Creo... Es sólo una coincidencia.
No había manera científica de explicar esto. Se convenció de que era solo una mera coincidencia. No había ninguna conexión más profunda.
—Creo... No es mi lugar quedarme aquí, así que debería irme —dijo Abigail como coartada. Se negó a acercarse más a Nathan.
—Si él descubre que el alma de la mujer que más odia está aquí… en este cuerpo… estoy segura… hará cualquier cosa solo para torturarme… —Abigail comenzó a pensar demasiado.
—Puedes esperarme afuera —dijo Nathan. Esta vez no detuvo a Abigail de salir de la habitación.