Día Ocho…
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Nathan estaba disgustado al ver la apariencia desordenada de Abigail. Parecía que alguien la había acosado. Pero no quería creerlo, ya que sabía que Abigail era fuerte.
Lo había experimentado por sí mismo. Ella no permitiría que nadie la menospreciara. No era el tipo de mujer que se consideraba una damisela en apuros. Era audaz... mucho más feroz.
Por eso no sabía por qué se veía así. —¿Qué intenta simular aquí? ¿Pretender ser débil? —A Nathan le disgustaba esa idea. Estaba acostumbrado a verla con su valiente fachada.
Mientras tanto, Abigail podía adivinar de alguna manera el significado de la mirada penetrante de Nathan. —¡Lo sabía! Él no se tragaría esto. Demonios. Estoy en problemas.
Abigail le sonrió tímidamente a Nathan, con un atisbo de culpa visible en sus ojos esmeralda. Se mordió el labio inferior antes de mirar al suelo, evitando la mirada inquisitiva de Nathan.