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Día Cinco...
—Nathan estaba sentado en el sofá cuando de repente arrastró a Abigail. Ella accidentalmente dejó caer el vaso de agua mientras aterrizaba en su regazo y su rostro golpeaba su pecho.
Antes incluso de que pudiera quejarse, Nathan cambió su posición, haciendo que ella se montara sobre él en ese sofá.
Los ojos de Abigail se abrieron de par en par incrédulos. No sabía qué planeaba hacer Nathan. Apoyó sus palmas en su pecho, empujándolo para alejarlo, pero Nathan rodeó su espalda con sus brazos, atrayéndola más hacia él.
Ahora la estaba abrazando fuertemente, atrapándola en sus manos. Su rostro se acomodó en el hueco de su cuello, oliendo su aroma. Su calor y la suavidad de su cuerpo tocándolo lo hacían sentir tan bien, aliviando su malestar.
—Nathan, ¿qué estás haciendo? Suéltame... —El corazón de Abigail volvió a desbocarse una vez más debido al estrecho contacto de sus cuerpos. Podía sentir el cálido aliento de Nathan contra su piel.