Día Treinta y Ocho...
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Abigail provocó intencionalmente a Helena. Pero para su sorpresa, logró suprimir sus emociones negativas. Simplemente mantuvo su sonrisa, fingiendo ignorancia.
—Gracias por tu preocupación, Abi. No tienes que preocuparte por mí. Aprecio tu amabilidad —dijo Helena calmadamente, inclinando la cabeza.
En ese preciso momento, Abigail supo que Helena no era una rival fácil. Podía diferenciarla de Veronica. Al menos, Helena podía mantener la compostura, a diferencia de Veronica.
«Es una rival peligrosa. Es difícil leerle la mente. Además, sabe cómo controlar sus emociones», Abigail pensó para sí misma. Basaba su suposición en su observación.
«Es mejor que Veronica... supongo», agregó a su pensamiento.
La tensión entre ellas crecía a cada minuto. Entonces, de repente, el teléfono de Helena sonó. Alguien la llamaba. Era una llamada del País R. Era una breve instrucción proveniente del hombre que la había enviado al País M.