Día Ocho...
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Nathan no podía esconder la furia en sus ojos. Su ego estaba herido cuando Abigail mencionó el nombre de otro chico. ¿Cómo pudo hacer eso delante de él? Tenía ganas de quitarle el traje de esmoquin que usaba para cubrir su cuerpo.
Pero sin que él lo supiera, Abigail no tenía elección. Tenía que usar el nombre de Stephen ya que no quería ofender a Nathan mencionando su nombre sin su consentimiento. Además, Stephen le dio su tarjeta de presentación y le dijo que lo llamara si alguna vez estaba en problemas.
—¿Podemos resolver esto pacíficamente? —preguntó Madama Priya, no deseaba que este incidente se convirtiera en algo grande. Además, estaba impresionada por la compostura de Abigail. No perdió la calma mientras las dos mujeres seguían gritándole, llamándola perra.
Si ella estuviera en la posición de Abigail, también querría abofetear a esas mujeres ruidosas y escandalosas. Eran ellas las que no tenían buenos modales, siendo belicosas.