—No —Lu Yizhou empezó, su voz ronca—. No, escúchame.
—¡No, déjame ir! ¡Quiero volver! —Oliver empujó, arañó y se debatió, lágrimas corriendo por su rostro—. ¡No quiero verte!
—¡Oliver!
Oliver siseó y mostró los dientes enojado y, en un impulso del momento, mordió el brazo de Lu Yizhou para desahogar su pena. Su mordida fue dura e implacable, sacando sangre al instante. No obstante, el sabor a óxido y metal en su boca lo dejó atónito y se quedó congelado, apenas registrando lo que había hecho.
Las cejas de Lu Yizhou ni siquiera se movieron. Usando sus brazos y alas, envolvió a Oliver en un abrazo del que no podía escapar y acarició su cabello suavemente —Cálmate. Está bien, muerde tan fuerte como quieras. Lo siento por hacerte llorar. Escúchame, ¿mm?