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Theodore soltó un gran suspiro mientras se paraba frente al estudio de su padre. El guardia preguntó si debían anunciar su llegada, pero él los despidió en silencio. Tomando varias respiraciones profundas, Theodore trató de calmar los latidos atronadores de su corazón sin éxito. No podía recordar la última vez que habló realmente con su padre; no el tipo de disputa sin sentido o discusiones donde ambos terminaban gritándose el uno al otro, sino una verdadera charla de corazón a corazón entre padre e hijo. Su relación a lo largo de los años había sido tan distante que Theodore tuvo que reunir mucha fuerza de voluntad y coraje solo para arrastrar sus pies hasta aquí.
Sin embargo, solo necesitaba pensar en Raphael para que la determinación volviera a arder en su pecho otra vez, lo suficiente para hacer hervir su sangre.