Click. El girar de la cerradura fue como un trueno en medio del silencio.
El dormitorio de Moshe estaba principalmente dominado por el negro. Paredes negras, colchón negro, fundas de almohada negras, manta negra, incluso el sofá era negro. Un lado de la pared tenía una ventana del piso al techo y la cortina estaba cerrada —al menos era de un gris suave de color.
En lugar de dar una sensación sombría y opresiva, el dormitorio parecía acogedor e íntimo. El pequeño toque de desorden —la manta arrugada, las cosas colocadas de cualquier manera encima de la mesa y las bolsas de frijoles al lado de la ventana donde varios montones de libros lo rodeaban— lograban darle un toque de vida.