Moshe casi dejó escapar un grito de alivio cuando su cuerpo fue empujado contra el diván, el cuerpo de Lu Yizhou lo siguió poco después, todo tenso y pesado de pasión. Oh, cómo había extrañado este calor, este peso sólido que lo dejaba sin aliento, esta mirada intensa que lo hacía sentir como si el mundo entero se hubiera desvanecido... Estaba a un segundo de desgarrar la ropa de Lu Yizhou en jirones si el hombre mostraba la más mínima duda.
Lu Yizhou colocó una palma amplia —caliente, muy, muy caliente, notó Moshe, pero podría ser solo porque él estaba demasiado sensible— debajo del muslo de Moshe, con la intención de levantarlo hasta su codo, pero Moshe lo anticipó. Separó sus piernas, aseguró sus talones detrás de la espalda de Lu Yizhou y lo atrajo hacia abajo para que sus cuerpos quedaran estrechamente unidos.