—El timbre persistió y poco a poco, perforó la neblina de éxtasis en la mente de Moshe lo suficiente como para que se diera cuenta de que alguien lo llamaba. Y el único que tendría el coraje de hacer eso solo podría ser Kaede. Moshe sabía que su mano derecha no lo molestaría a menos que fuera algo muy, muy urgente... o tal vez, incluso habían traído de vuelta el antídoto para la droga en el cuerpo de Lu Yizhou. Moshe apartó con dificultad la mirada de la gloriosa vista del culo relleno de Lu Yizhou. Aún jadeaba mientras miraba su obra maestra más perfecta, la polla le dolía entre las piernas. Lu Yizhou había sido completamente devastado por el consolador dentro de él que ya ni siquiera podía abrir los ojos. Había emitido un gruñido gutural tan pronto como el consolador penetró hasta el mango y desde entonces, solo hubo respiración pesada y ligeros temblores.