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—La ropa realmente hacía al hombre —fue la primera idea que cruzó la mente de Moshe en cuanto vio a Lu Yizhou. Y luego, llegó una extraña corazonada de que así era como se suponía que debía ser; que en lugar de camisetas raídas y pantalones deportivos, este hombre debía llevar trajes, luciendo todo resplandeciente y glorioso como si pudiera entrar a cualquier lugar en la Tierra y nadie siquiera le reprocharía por eso.
Luego la línea de sus pensamientos se rompió tan pronto como Lu Yizhou se inclinó para susurrarle al oído. Moshe levantó la esquina de sus labios en una sonrisa amable que no llegó a sus ojos. Esta mascota estaba volviéndose desobediente de nuevo, ¿no es así...?
—Provocando a su maestro así —¿pensaba que Moshe no se atrevería a hacer nada en presencia de Elías?
—Elías—dijo sin romper el contacto visual con Lu Yizhou—. "Déjanos solos por quince —no, media hora."