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Lo que Lu Yizhou y Jillian no sabían era que Maia había notado la presencia de Jillian desde hacía tiempo, tras el gran alboroto provocado por la llegada temprano esta mañana de las intimidantes tropas a Orun. Maia había escuchado su nombre a lo largo de la calle, pronunciado con reverencia, miedo y admiración y como resultado, su interés se había avivado. ¿Cómo no iba a hacerlo, después de todos los rumores sobre su muñeca que parecía lo suficientemente realista como para asemejarse a un mini ser humano con una belleza sin igual, que se decía se manifestaba a partir del fantasma que se había enamorado de él? ¡Eso era tan… intrigante! Solo quería echar un vistazo. ¡Solo una mirada para aplacar su centelleante curiosidad…