—¿Estás despierto? —Esa única pregunta envió relámpagos enroscándose por todo su cuerpo y cada sensación volvió a estrellarse contra él con toda su fuerza. Podía sentir dónde estaban conectados, la amplia circunferencia del pene de Lu Yizhou que se hizo un lugar dentro de sí mismo, los sutiles latidos y temblores cuando giraba su cadera, una promesa de más por venir.
Heimo se atragantó con su respiración. —L—La doble cultivación ha terminado...
—Sí —Lu Yizhou se enderezó y levantó las piernas de Heimo a sus hombros, casi doblándolo por la mitad—. El asunto oficial está terminado. Ahora, vamos a lo verdadero. Entonces, empezó a retirarse hasta que solo la punta quedó dentro antes de embestir con un movimiento brusco. Heimo gritó alarmando, las lágrimas llenaron sus ojos por la hipersensibilidad.
—¿No dijiste que ibas a matarme, Lan'er? —Lu Yizhou susurró en su oído, burlón—. Todavía estoy esperando.