Una oleada de vértigo a la que ya se había acostumbrado lo rodeó por un momento y Lu Yizhou abrió los ojos al escuchar el gruñido inhumano a solo unos metros de distancia.
En los mundos anteriores, había despertado solo o la situación era lo suficientemente pacífica como para que pudiera registrar su entorno. A diferencia de esta vez, un tigre —si es que se le podría llamar tigre con su pelaje morado y un par de cuernos brotando detrás de sus orejas— el doble de su tamaño se agazapaba en el suelo, a un segundo de saltar sobre él y desgarrar su rostro con esas afiladas y mortales garras. Sus ojos rubí brillaban amenazadoramente y no le dio a Lu Yizhou ni un segundo para recuperarse cuando se impulsó desde el suelo, mostrando sus dientes serrados al abrir su boca ampliamente