—¡Oh Dios mío! —Oliver retiró rápidamente sus manos, sus mejillas sonrojadas se descoloraron—. Lo... lo siento tanto.
—No hay disculpas entre nosotros —presionó su dedo sobre los labios del omega Lu Yizhou.
—¡Oh Dios mío! —Oliver retiró rápidamente sus manos, sus mejillas sonrojadas se descoloraron—. Lo... lo siento tanto.
—No hay disculpas entre nosotros —presionó su dedo sobre los labios del omega Lu Yizhou.
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