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Si el primer trimestre de Oliver fue duro con las ganas de vomitar cada tres segundos, en el segundo trimestre se convirtió en un gran llorón, luego en el tercer trimestre se había vuelto una inquieta bola de libido. A menudo, Lu Yizhou era despertado por la sensación de besos que recorrían su cuello. Le recordaba la época en que pasaron seis días copulando. Sin siquiera abrir los ojos, gruñó y se dio la vuelta hasta tener a Oliver debajo de él.
El omega se rió sin aliento y mordisqueó su mandíbula de forma juguetona —Buenos días, Alfa.