Mientras Lu Yizhou y Oliver se entregaban a una intimidad que aceleraba el corazón detrás del espacio cerrado de su habitación, Ryan despertó de su profundo sueño. Su mente estaba aturdida y tardó un rato en registrar que estaba acostado en una superficie plana, dura y fría con un techo oscuro desconocido mirándole a la cara. El dolor lo atravesaba por completo y gimió al forzarse a sentarse.
Una burlona exhalación se escuchó no muy lejos de él, el sonido era como agua fría que lo helaba hasta los huesos. —¿Despierto?— Giró la cabeza en extremo shock y con poco o ningún cuidado por el crujido en la parte trasera de su cuello. No podía creer lo que veían sus ojos. —¿Cómo...?— Tartamudeó, los labios temblorosos mientras las palabras morían en su garganta. El miedo le trepó por la espina dorsal. Parecía como si acabara de ver un fantasma, lo que provocó una pequeña risita de Rosemane, quien estaba encerrada en la celda frente a la suya.