La mano de Oliver voló hacia su boca, escapando un suspiro quieto de sus labios. Miró lentamente hacia abajo, a su propio estómago, incrédulo, maravillado y asombrado. Su voz fue apenas un susurro suave. —¿Estoy... embarazado?
—Así es, Su Alteza —sin saber —o mejor dicho, sin prestar atención— al shock del omega, el Doctor Verren hojeó el archivo encima de su escritorio y se los mostró con una sonrisa—. Este es el sonograma que se imprimió después de hacerle un chequeo completo. Señaló un pequeño punto blanco nadando en medio de la fotografía monocroma y la mano de Oliver tembló violentamente mientras la extendía para acariciarlo. Con lágrimas brotando en sus ojos. —Este es su feto, está un poco conmocionado después del incidente, pero en general, todo está bien. Pero tengo que confirmar algo. Su Alteza Príncipe Oliver, no consumió el frasco que le ofrecí la última vez, ¿verdad?