Ryan miró alrededor de la fábrica abandonada. Solía ser una que producía el mejor chocolate en todo el reino. Recordó que al Emperador le gustaba mucho y hasta ordenó que se sirviera como postre a los enviados de otros reinos. Y luego, de alguna forma, el dueño cometió un error. Había algo mezclado con el chocolate —no se dijo explícitamente en las noticias pero Ryan supuso que era veneno, juzgando por cómo llevaron al enviado afectado al hospital lo antes posible— y la cooperación se vino abajo. Enfurecido, el Emperador Bernard ordenó que se cerrara la fábrica y que su dueño fuera condenado a cadena perpetua por delito capital.
Ahora que Peter le pidió encontrarse en este lugar, Ryan empezó a preguntarse si la situación no era tan simple como las noticias la habían presentado y si los rebeldes tenían algo que ver con ello.
—¿Estás aquí?