—No mentía cuando dijo que no podía caminar. Con los brazos alrededor del cuello de Lu Yizhou, dejó que el Alfa lo cargara todo el camino hasta el baño. Ambos estaban tan desnudos como el día en que nacieron y ninguno se molestó en ponerse ropa. Después de todo, habían pasado por suficiente como para descartar cualquier vergüenza. Oliver apoyó su cabeza en el hueco del cuello de Lu Yizhou, gimiendo cuando el caminar causaba que más pegajosidad goteara desde su ano —lo sintió y lo escuchó cuando un globo de semen escapó y se deslizó hasta la mitad de su muslo. Había más dentro que tenían que eliminar, a juzgar por lo hinchado que estaba el vientre de Oliver.
—Pero le gustaba, la sensación de tener una parte de Lu Yizhou dentro de sí.