El cuerpo de Oliver temblaba por la falta de la polla del Alfa y lo único que podía hacer era emitir un lamento suplicante, esperando que el Alfa captara la indirecta. Casi lloró de alivio cuando Lu Yizhou lentamente —traidoramente lento— se hundió dentro de él, pulgada a pulgada, saboreando el pulso y el retorcimiento del agujero de Oliver. Una sonrisa de dicha y contento se extendió por el rostro de Oliver y dejó escapar un ronroneo sin reservas, su cola se agitaba para hacer saber al Alfa lo complacido que estaba con su posición actual.
Lu Yizhou relajó su mandíbula, solo lo suficiente para susurrar: "¿Qué quieres, Oliver?"