—¿Sobreviví... sobreviví... realmente sobreviví a eso?
En el borde del campamento de la Rosa Negra, Odom observaba a las personas que iban y venían dentro del campamento, así como a sus asistentes élficos que habían regresado a su lado, aparentemente exhaustos. Se sentía como si estuviera en un sueño, en un estado de irrealidad.
Sin poder contenerse, levantó la mano para pellizcarse fuertemente el rostro, intentando traerse de vuelta a la realidad y, al mismo tiempo, confirmar que todo lo que tenía delante no era un sueño. De hecho, había salido del jardín y no estaba encerrado en alguna celda oscura y sombría.
—Ellos... realmente no me mataron...
Al darse cuenta de esto, Odom miró hacia el jardín no muy lejano con una mezcla complicada de emociones.
Los incidentes que acababan de ocurrir se reproducían uno tras otro en su mente...